lunes, 4 de enero de 2010

Nota en CRÍTICA

“Un público me sigue, haga lo que haga”
No es casual que José María Muscarisea de los primeros en estrenar obra en la temporada veraniega de Buenos Aires. Podríamos decir que es el Calamaro del teatro si nos fijásemos en la cantidad de producción con la que cada año nos sorprenden uno y otro. No es casual, decimos, porque Muscari es prolífico, sabemos, y mientras montaba Escoria –que resultó en un éxito tal que lo obligó a sumar dos funciones más por semana– ya comenzaba a pensar en qué vendría después.

A partir de una invitación a producir en el Petit Tabarís –que a partir de esta semana funcionará a pleno, con la vuelta de Art en el espacio grande y esta producción, que estrena el 7, en la sala de abajo– Muscari pensó en reponer Piel de chancho, una obra de 2006, conocida entonces por el rescate de la figura de María Aurelia Bisutti. “Me dio muchas satisfacciones cuando lo hice en el Teatro del Pueblo y apenas entré al Petit Tabarís pensé: ‘¡Qué bueno sería hacer Piel de chancho acá!’”, cuenta ahora, con sensación de tarea cumplida. “La reescribí y convoqué a actrices nuevas, por eso también cambió de nombre. Ahora es Fuego entre mujeres, con Dalma Maradona, Mónica Salvador e Irma Roy. Creo que tiene un montón de condimentos que la vuelven nueva, además de las actrices: el espacio, otra energía y la inclusión de las canciones de Sandro. Como en la obra anterior, la abuela, la madre y la hija viven peleándose y forman una familia muy disfuncional, pero acá también hay algo que las une: la pasión por el Gitano”.

–¿Se te ocurrió homenajearlo al ver que andaba mal de salud?

Muscari: –En realidad se me ocurrió antes, porque hasta que finalmente se consiguió que se le hiciera un trasplante, lo que se sabía era muy poco: que su salud estaba delicada, pero no mucho más; no estaba en los diarios. La inclusión de sus canciones fue una decisión que tomé previamente, porque creía que rendirle un homenaje podía estar muy bueno. Siempre lo adoré y me encanta cómo llevó su carrera. Esto no tiene nada que ver con su realidad actual: la obra es mucho más poética y va más allá de la situación actual.

Con el papel de una insoportable adolescente con problemas de anorexia y bulimia que no logra entenderse con su madre y su abuela, Dalma Maradona se inicia en el universo muscariano y se muestra más que entusiasmada: “Cuando fui a ver Crudo, pensé: ‘¡Quiero trabajar con él!’ y después de unos meses me llamó para hacer el papel de Luisa en esta remake. Me enteré de que era para estrenar en verano y dudé, porque es el único momento en que puedo viajar a ver a mi ahijado en España: el resto del año tengo facultad. Pero tenía tantas ganas de trabajar con José que acepté”, cuenta.

–Estudiás actuación en el IUNA, donde se enseña un teatro muy distinto al de Muscari. ¿Qué comentarios recibiste cuando contaste que ibas a trabajar con él?

Dalma: –Se pusieron recontentos. Es verdad que es una cosa muy de conservatorio, pero también se sabe que sus obras están buenas y que laburar con él es una experiencia buenísima. Mis compañeros estaban chochos por mí y pensaron que era una re buena oportunidad para aprender. Y tengo profesores re Veronese que me dijeron: “Aprovechalo, es una experiencia que te va a servir”. Me encanta estar haciendo esto, me gusta que el personaje no tenga nada que ver conmigo: yo pensé que no iba a poder putear a Irma, escupirla y ser tan guaranga, ¡tener de ídola a Nazarena Vélez! Nada más alejado de mí, que de adolescente era súper tranquila, me llevaba re bien con mi mamá y mi abuela. Pero todo esto me ayuda a trabajar el miedo a sentime expuesta, que es fundamental para mejorar la actuación.

–Y vos, José, ¿sentís que ya tenés al público cautivo? En menos de un año estrenaste una obra a la gorra con actores del off, y otra con entradas de 100 pesos…

M.: –Creo que pasan dos cosas: por un lado, hay un público potencial que tiene que ver con cada propuesta y con cada circuito en donde se presentan mis espectáculos. Hay, por supuesto, un público de teatro comercial que va a ver una obra porque está en la calle Corrientes, o porque quiere ver a Irma Roy o a Dalma Maradona o incluso porque “es una de Muscari”. Y después hay gente que sigue lo que yo hago, independientemente de que sea teatro comercial o a la gorra: cada vez, con más contundencia, noto que hay un caudal de público que sigue mis obras, haga lo que haga.

–¿Qué te produce saber que Diego va a asistir al estreno?

M.: –Me parece un fenómeno extraño. Diego está en el imaginario de todos y es ídolo mundial, un representante de la Argentina. Es muy particular para mí la experiencia de que una persona de esas características venga a ver un espectáculo mío. La circunstancia es que actúa su hija, pero la verdad es que yo me relaciono con ella por cómo es ella como actriz, no porque sea hija de él. No es que me ponga nervioso pero me genera algo… algo como lo que me pasó cuando dirigí a Moria, que me parece una de las pocas divas de nuestro país. Es eso. De golpe me siento adulto: los íconos de mi niñez se me volvieron cotidianos.

Indecisiones de Dalma para 2010

En el año que, Mundial mediante, tendrá ocupadísimo a su papá, Dalma todavía no sabe cuáles serán sus proyectos. Pero hay una cosa que tiene clara: quiere terminar de estudiar. “Todos lo años me pasa lo mismo. Empecé 2009 haciendo Taxi, iba al teatro después de cursar materias teóricas en la facultad. Ahora que terminé de cursar, estaba dispuesta a tener vacaciones y se dio la posibilidad de trabajar con José y por supuesto acepté. Si quiero hacer tele, no puedo hacer la facultad, porque son dos cosas muy difíciles de compatibilizar: tengo amigos actores que me cuentan que a veces ni siquiera se respetan los horarios si se tienen que ir antes al teatro, imaginate si tenés que decir: ‘Me tengo que ir a estudiar’. Pero yo amo el IUNA y quiero terminar la carrera. No lo hago por el título, porque si vas a un casting a nadie le importa. Lo hago por la formación: en segundo año me leí todas las obras de Shakespeare, ¡todas, eh! Yo acá aprendí a mirar la actuación desde otro costado y eso, obvio, cuando me decida sólo a trabajar”.

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