"Mamá, a esta altura tenés que hacer un Muscari." Eso le dijo Carolina Papaleo a su madre, Irma Roy, cuando le ofrecieron hacer Fuego entre mujeres, de José María Muscari, en el Petit Tabarís. La actriz, después de ocupar el cargo de diputada en el Congreso Nacional durante 16 años abandonó, en parte, la política y volvió al teatro con la comedia Flores de acero . Después de realizar una gira nacional, durante dos años, que la llevó a grandes y pequeñas ciudades de todo el país, ahora, junto a Mónica Salvador y Dalma Maradona, se entrega a esta remake de Muscari de su texto Piel de chancho . Esta suerte de homenaje a Sandro subirá a escena a partir del próximo jueves.
El proceso de trabajo no ha sido sencillo. Irma Roy cuenta que en un momento determinado decidió que debía dejar el espectáculo. Los continuos cambios que proponía el director la desestabilizaban. "Un día me planté y le dije: «Amor, yo no puedo estar acá. Vos necesitás una actriz modernosa que se adapte a estos cambios de estructura que proponés». Es que José María Muscari va creando sobre la marcha". Contó Roy: "Todos los días se le ocurre algo nuevo y lo prueba, y yo vengo estructurada desde el fondo de la historia".
Pero el director pudo convencerla, e Irma Roy comprendió que de este desafío que se le estaba proponiendo podía salir airosa. "Me seducía ese personaje -una vieja loca, mala, asesina-. Y sí: era un desafío, y si uno no tiene desafíos cotidianos, vivir es muy chato. En realidad, dije: «No me va a poder un personaje». Confieso que me costó entender el proceso creativo de Muscari, que es un excelente director. Cuando uno se calma, se serena, se da cuenta de que lo que él señala está bien. Uno tiene que ponerse al servicio de su creación personal. Carolina decía: «De una estructurada y de un vanguardista algo va a salir». Y es cierto: los cruces provocan el cortocircuito y de la chispa sale lo creativo. Así es la vida del actor".
Lo dice quien conoce en profundidad esa tarea: la radio, la televisión y el teatro se lo han hecho comprender a lo largo de su vasta experiencia. De la que un buen día se corrió para entrar en el campo de la política.
Entró siendo oposición, durante el gobierno de Raúl Alfonsín y, a los dos años, se transformó en oficialista. "Fue una experiencia maravillosa para mí y fíjese que la Cámara tiene su proximidad con lo teatral: el ámbito tiene forma de anfiteatro, como el teatro griego; el que manda va arriba y los que están abajo también son actores. Cada uno tiene una manera intrínseca de expresarse y no la cambia."
Irma Roy no se considera una política en el verdadero sentido de la palabra. Explica que, en el recinto, su voz era del pueblo, no la de un político. "Era una actriz devenida en política y entonces mi mirada era más humanista, menos politizada, diplomática". Se enorgullece de las leyes en las que trabajó y logró aprobación relacionadas con la defensa de la mujer, del hogar, del niño. "Tuve la suerte ?cuenta? de conseguir el dinero auténtico y no perteneciente al presupuesto de la Nación para el Instituto de Cine y apoyar la Ley del Teatro y siento un profundo orgullo porque ella es verdaderamente federal."
Durante la gira de Flores de acero descubrió algo también: el afecto de la gente. "Nora Cárpena me decía: «Vos debés ser la única política a la que la gente besa». Y es verdad. A la gente se le mezclan mis imágenes. Se le mezclan los afectos de la actriz y de la política. Es que siempre fui una actriz muy televisiva. Y cuando uno entra en el living o en el dormitorio de la casa de la gente durante tantos años, termina siendo como de la familia. Esa cosa mágica, la despierta la televisión."
Ahora, el teatro vuelve a ser su centro de atención. No es que haya decidido alejarse de la política. Su activismo parece mantenerse entero. "Los artistas siempre hemos sido muy comprometidos. Además, no se puede ser egoísta en estos tiempos. Es muy duro vivir hoy y no es un problema argentino, es universal. La globalización ha expulsado al hombre del mercado del trabajo y siempre digo que el hombre ha desafiado a Dios con el perfeccionamiento de la máquina y no se puede desafiar a Dios. Estamos pagando ese pecado. La máquina está supliendo a mares la mano de obra y la falta de trabajo nos está costando mucho dolor, mucho desamparo".
Apasionada, lúcida, cordial y muy segura de sus convicciones, el discurso de Irma Roy fluye en la entrevista de manera muy ágil. El arte, la política y la religión son campos en los que afirma su pensamiento. Es cauta a la hora de hablar de los problemas de la Argentina actual, pero se pone muy seria cuando explica que los argentinos no han sabido agradecerle al ex presidente Eduardo Duhalde y al ex ministro de Economía Roberto Lavagna el trabajo que hicieron para sacar al país de la profunda crisis que atravesó en 2001.
Fuego entre mujeres, de Muscari, acerca a la actriz nuevamente al teatro. Su experiencia tendrá, seguramente, la resonancia que espera.
0 comentarios:
Publicar un comentario